domingo, 4 de agosto de 2013

Dos mundos

14 kilómetros. 14 kilómetros entre la vida y la muerte. 14 kilómetros para poder volver a soñar. 14 kilómetros en los que el miedo y la esperanza se unen. 14 kilómetros en un pasaje en patera al primer mundo. 14 kilómetros entre Europa y África por el estrecho de Gibraltar.

Inmigrantes ilegales les llaman. Sí, querer tener los mismos derechos que tú o que yo constituye un delito. Pero a miles de personas que intentan huir de la miseria y la hambruna, la mayoría de veces engañados por traficantes de vidas, no les importa cómo les llamemos sino llevarse algo a la boca y tener una oportunidad.

Más de 8 millones de africanos corren ahora mismo riesgo severo de morir desnutridos y ellos no quieren, no pueden tirar la toalla. Soñar es gratis.

A esos miles de hombres y mujeres que ven Europa como un paraíso, les da igual la cola interminable del paro, la corrupción de nuestros gobernantes o el último fichaje del Barcelona o Real Madrid. Lo único que quieren es vivir. Y ya les da igual todo. Se juegan su futuro a una sola carta.

Pero ese futuro tiene un precio. Un precio elevado. El traficante pide por cada billete al nuevo mundo entre 600 y 3.500 euros.

225 personas ya han fallecido o desaparecido en lo que va de año intentando llegar a Europa. Mientras en ese estrecho dos países se tiran los trastos a la cabeza hay algunos que claman al cielo por una vida digna.

Pero claro, si eres africano no puedes esperar nada de nadie. Abdou o Mohamed esperarán sentados, mientras nosotros con suerte veremos la noticia sobre su muerte y quizás nos lamentemos. Si eres un subsahariano que consigue entrar en España y buscar trabajo no podrás. No podrás porque eres ilegal. No podrás porque tú y yo somos ciudadanos de primera y ellos de segunda. Tampoco podrás recibir asistencia sanitaria porque el déficit tiene que ser cumplido y hay que eliminar gastos superfluos.

Mientras este drama humano sigue pasando, Europa continúa levantado muros. Un muro que acabará siendo derrumbado porque a ningún ser humano se le puede negar la dignidad. Como dice la escritora Rosa Montero: "es como intentar contener el agua del mar entre las manos."

viernes, 22 de marzo de 2013

96 horas con los intocables

He jugado, comido, montado en bicicleta, pintado y reído en una comunidad de  leprosos durante cuatro días y no estoy loco. No lo estoy porque las personas que lo sufren merecen ser atendidas, escuchadas y amadas. No lo estoy porque la lepra es una enfermedad muy poco contagiosa, el 95% somos inmunes y es totalmente curable desde hace mucho tiempo.

"La lepra ya es historia. Es hora de soñar. Merecemos las mismas oportunidades" afirma tajante Debna, uno de los miles de ejemplos de superación. Esta viuda india, con tres hijos a su cargo, contrajo la enfermedad hace un año. Ya está curada y ahora trabaja en un centro concienciando y ayudando a muchos a afrontar sus miedos.

El tratamiento solo consta de 3 antibióticos y si es detectado a tiempo puede desaparecer en pocas semanas. "Muchos piensan que es muy costoso y muy pesado. No es así. Lo importante es la prevención" dice Debna.

Y es que, más de 14 millones de personas se han curado en los últimos 20 años y según los estudios esta enfermedad con más de 4.000 años de historia va decreciendo cada año más.

La India es con diferencia el país del mundo con más enfermos de lepra. Los tachan de intocables y los excluyen, marginan y apartan de la vida social puesto que la religión hinduista cree que la lepra es un castigo por los pecados de la vida anterior. Poco a poco esto está cambiando. Gandhi introdujo a los intocables en los templos hindus y se está empezando a entender que la mayoría pueden curarse y tener una vida normal.

La enfermedad se va gestando durante varios años y algunos de los primeros síntomas son la pérdida de sensibilidad en partes del cuerpo y manchas en la piel. Cuando está muy avanzada se pueden producir deformidades en manos y pies. Santosh, un paciente del leprosario de 50 años reconoce triste que no dio importancia a la enfermedad e insiste en la educación para cambiar las cosas. En pocos días saldrá del caluroso cuarto que comparte con otros cuatro, a los que ya considera amigos y podrá abrazar a su mujer.

Santosh y Debna son solo algunos de los que han pasado por los más de 1.000 leprosarios asentados en este país asiático. Éstos ofrecen la oportunidad a muchos a combatir la enfermedad y a abrir los ojos a todos.

"La lepra no debe ser temida. Puede ser curada. La lepra espiritual es peor, nace del odio, falta de respeto e intolerancia" dijo el misionero polaco Marian Zelazek, una de las personas que más ha hecho por dar dignidad a los intocables de la India.

Si a día de hoy existe la lepra es por falta de empatía e interés por parte de la sociedad ¿No seremos nosotros los intocables?

martes, 5 de marzo de 2013

A los soñadores, perdidos, perfectos, miedosos y humildes.

Recomiendo este viaje a todos aquellos que necesiten emociones fuertes, a los soñadores, a aquellos que se sienten perdidos, a los que se creen perfectos, a los que viven con miedo y a aquellos con ganas de aprender de los demás.

Viajar es sin duda el dinero mejor invertido y un viaje a la India multiplica tus ganancias.

Son muchas las experiencias vividas en este mes pero sobretodo me quedo con toda la gente que se ha cruzado en nuestro camino. Personas de todo tipo y de todas las nacionalidades por imaginar pero que tienen un mismo objetivo: aprender y disfrutar de la vida.

Cada uno habrá emprendido su viaje por un motivo u otro pero lo que está claro es que a ninguno nos deja indiferente.

Es cierto, no hace falta irte a la India para intentar cambiar las cosas. Cada uno dentro de sus posibilidades y de su realidad puede realizar pequeñas acciones que repercutan en beneficio de los demás.

En muchas ocasiones muchos venimos ilusionados a este país con ganas de ayudar pero al final nos acaban ayudando ellos a nosotros.

La India tendrá muchas cosas que mejorar para poder llegar a ser una gran potencia pero no tiene tanto que envidiar a los países supuestamente más desarrollados e igualitarios. Es una sociedad que está madurando a pasos agigantados y no haríamos mal en tomar nota de muchos aspectos de su cultura.

Quizás les sobra humanidad y respeto cosa que nosotros hemos perdido y que necesitamos con urgencia para volver a ser lo que hace años fuimos.

Soñadores, perdidos, perfectos, miedosos y humildes la India os espera y mientrás tanto intentad ayudar al más cercano, os puede necesitar más de lo que creeis y quién sabe si quizás vosotros a el. 

Cada día puede ser una aventura. Disfruta y haz disfrutar.

domingo, 3 de febrero de 2013

La Ciudad de la Esperanza

Calcuta es una de esos sitios que no deja indiferente. Taxis de los años 70 modelo Ambassador que se creían desaparecidos, humildes trabajadores que cargan sobre sus espaldas el peso de sus clientes, mendigos especializados en rogar insistentemente a cualquier persona extranjera, niños que te despiertan una sonrisa saludándote efusivamente, miradas penetratantes y la despreocupada suciedad por todos los rincones, son solo algunas de las cosas que la podrían describir.

Los indios la llaman Kalkota y no olvidan que hace tiempo fue capital de este gran país. Es por eso que la sociedad e incluso los edificios tienen una influencia extranjera que la hace mucho más abierta al cambio.

Numerosos voluntarios de todos los países se reunen en la famosa calle Sudder Street, lugar donde está el Hotel  Fairlawn donde se rodó La Ciudad de la Alegría. Ellos demuestran cada día que ayudar al prójimo no entiende de raza, sexo ni religión y hacen suya la frase de la Madre Teresa: No estamos llamados a hacer grandes cosas, sino a hacer pequeñas cosas con amor. Muy parecida a la de Vicente Ferrer pero con una palabra clave: amor. Luchan cada día por una Ciudad de la Esperanza.

Calcuta despierta y anochece con ganas de cambio. Se nota en la gente. No quieren un lugar que de lástima y muchos también ponen su granito de arena. Poco a poco muchos slums se están conviertiendo en hogares y el turismo está trayendo oportunidades.

Los contrastes siguen siendo terribles pero lentamente una clase social media baja está haciéndose hueco en la Ciudad de la Esperanza.

Ciudad de la Esperanza porque miles de personas han creído desinteresadamente, y lo siguen haciendo, que es posible un cambio.

Por algo dirán que la esperanza es lo último que se pierde y de eso aquí sobra.

sábado, 26 de enero de 2013

Empieza la travesía

Varias horas en avión y parece que me he teletransportado a la España que no conocí, pero imagino por la televisión con series como Cuéntame.

La India es uno de los países del mundo más ricos, con aspiraciones a competir con la mismísima China y sin embargo encierra una cruda realidad maquillada por grandes esperanzas. Más de 330 millones de personas viven por debajo del umbral de la pobreza y la tercera parte de sus niños están abocados a la explotación infantil.

La India mística del hinduismo y las vacas sagradas se topa con un gigante llamado miseria que es difícil de erradicar. Sin embargo muchos han demostrado y lo siguen haciendo que no es imposible. Que se lo digan a la que llamaban loca, la Madre Teresa de Calcuta y su orden de religiosas que logran lo inimaginable con su silencioso trabajo, que se lo hubieran dicho también al español Vicente Ferrer y su maravillosa fundación, que se lo digan a Jaume Sanllorente y sus miles de Sonrisas de Bombay y a tantas personas y organizaciones que intentan que la India brille con toda su fuerza.

¿Es posible cambiar el mundo? me preguntaba ilusionado el otro día mi hermano pequeño. No lo sé Diego, lo que sí sé es que es posible un mundo mejor, es posible cambiar nuestra realidad con pequeños gestos y es posible que si todos aportamos nuestro granito de arena, algún día podamos sentirnos orgullosos de a dónde hemos llegado.

Yo no dejaré de intentarlo.

Empieza la travesía en tierras lejanas y sin embargo mucho más cálidas de lo esperado.